martes, 1 de marzo de 2011

Hey, stranger

Hoy es el comienzo del fin de una época cansada de reincidencias. Ver un pasado infructuoso pasar por mis ojos y saber que son mas los arrepentimientos que las ganancias, solo produce un sentimiento insípido, amargo, agrio. La tortura de atravesar la misma calle y no ser la misma persona, abrir la única ventana después de haber cerrado una infinidad de puertas, el fracaso reflejado en unas lágrimas evaporadas, palabras gastadas en tiempos de ausencia. Un pulso con el pasado que solo promete deudas con el futuro, la eterna pugna entre mi vicio y mi afán de abandonarme en la mitad de la nada. Me lleno de juramentos, de promesas, de rompimientos, de cargos contra mi mente, de razonamientos inútiles y pretenciosos, solo para evitar volver a caer en debilidades de genero, de alma o de piel. Hoy me lleno de fuerza para pasar las páginas de un libro con hojas de piedra. ¿Cuántas? Cuantas sean necesarias para romper el equilibrio de mis miedos y ser testigo del renacer de una historia ahogada en palabras.

La vida es una pausa entre esperas, cambios repentinos entre frecuencias, sintonías falsas que emanan arrepentimientos. Afanes que llevan a destinos utópicos, viajes inconclusos a un más allá lleno de cercanías indeseables. Una paradoja que me mira, se ríe, se pasea por mi lado y desaparece, asumiendo absoluta claridad en mi mapa. Se viste de blanco, perturba mi arco iris, disuelve los diseños enlodados de perfección. Descaradamente atraviesa murallas, irrumpe silencios que había guardado para juicios con condenas eternas. Entierro entre sal recuerdos efímeros, memorias solventadas en frágiles suspiros. Me pierdo sin volverme a encontrar. La sola idea de un "yo" perdido, me destruye la fortaleza que me refugiaba de su fantasma. Y la carga se hace insoportable.

Se pierde la luz al final del túnel, y solo queda el olor de la oscuridad buscando poros penetrables.

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