lunes, 1 de agosto de 2011

Delirio

Duerme, alma mía. Duerme. Agota cada suspiro adentrándote en mi vida. Reposa en mi mano, retoña en mis sueños, cultivate en cada uno de mis latidos. Conviértete en esa mañana que me despierta acariciándome la cara, adueñate del tiempo que necesito para vivir entre cada lágrima que brota de tu sueño, penetra mis labios hasta que la sangre los torne vinotinto y su sabor deje de ser mío para convertirse en tuyo. Posee mi vida como si fuera la manzana que Eva nunca debió comerse, tallate en cada uno de los rincones de mi alma, impregname de tu aliento, déjame soñar con cada uno de tus besos recorriendome hasta la infinidad de mi existencia. Sueñame tuya. Acuérdate de mi mano en tu cara explorando uno a uno los poros de tu piel, de tu boca jugando con mis manos, de tus ojos sonriendole a la madrugada hasta que el alba en su caída, los enterró en mi puerta.

Y luego despierta (solo si estás a mi lado).

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